El reducto comunista de India, a través de las acuarelas de un jubilado manchego

“En seguida montan en la calle un tenderete del partido Comunista, yo he llegado a tararear la Internacional en algún acto con ello”. A Alfonso Ruíz, un pintor jubilado de 78 años natural de La Roda, Albacete, la tradición comunista del estado de Kerala le pilló por sorpresa cuando viajó por primera vez hace dos décadas para tramitar la adopción de una niña india. Desde entonces se ha integrado en una comunidad en la que ha adquirido una casa y que refleja en sus acuarelas.

“Es un comunismo light, esta gente es muy humilde pero es próspera. No son las imágenes de Venezuela”, afirma Alfonso, declarado simpatizante de izquiedas, pero “de la izquierda clandestina de la dictadura”, puntualiza. El turista medio que visita Kerala, región conocida por sus monumentales playas y paisajes, no percibe el sistema político aparte de la llamativa simbología como banderas o carteles, que son omnipresentes en las ciudades keralinas.

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Jubilado, Alfonso asegura haber llevado “una vida incierta” pero que su carácter polifacético le ha permitido vivido bien con la pintura. “Tan pronto pintaba un retablo de una iglesia que las escaleras de un burdel”. Ahora, en sus acuarelas plasma paisajes y personajes de Kerala, y que presenta en exposiciones cada año y medio o dos años. En alguna ocasión también vende sus trabajos a amigos y familiares.

La fuente de inspiración de Alfonso es el suroeste de India, una región que tiene la peculiaridad de ser donde más tiempo ha gobernado, sufragio popular, el partido comunista. Desde su legalización y su posterior victoria en las regionales de 1957, el Partido Comunista Marxista de Kerala ha dominado la esfera política local tomando como modelo el comunismo soviético. La administración ha puesto el foco en el estado de bienestar y en políticas sociales, sobre todo desarrollando la educación y  sanidad, y pese a cierto proteccionismo, la propiedad privada y las transacciones son parte de la realidad cotidiana keralina.

 

UNA CASA EN UN VERGEL

Gracias a la adopción de su hija Aruly, nombre de una flor autóctona de Kerala,  este manchego realizó una inmersión cultural en el sur de India y que le decidió a la hora de comprar una vivienda en Karakkamandapam en 2005, con la idea de ir a pasar temporadas “a relajarse”  y para mantener los lazos con la  familia biológica de su hija.

Su casa, un amplio adosado con tres habitaciones, tres cuartos de baño, salón y una cocina grande se encuentra a medio camino entre la ruidosa capital Trivandrum y las idílicas playas de Korvalam, en una zona interior. “Un vergel  salpicado de cocoteros”,  como describe Alfonso. Las cuatro palmeras gigantes que tiene en su finca se han convertido en su mayor motivo de orgullo.

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Según cuenta, el proceso de comprarse esta casa, por la que desembolsó “lo que cuesta un todoterreno,  unos cinco millones de pesetas”, es homologable al que se sigue en España. La única diferencia es la obligatoriedad de que aparezca una persona india en las escrituras, hecho por el cual la casa está a nombre de su hija. Aparte de esa cláusula proteccionista, “vas al banco, dan hipotecas y luego tienes tus escrituras todo ante notario”, subraya aunque aclara con sorna que puede chocar que el notario vaya “descalzo y descamisado” algo que Alfonso identifica con el legado de Gandhi, “aquí la gente tiene un  estilo más sencillo y humilde”.

Sobre su vecindario, de mayoría musulmana, dice haberse integrado muy bien gracias a que los indios islamistas tienen una mayor afinidad con los cristianos, en comparación con la rivalidad que mantienen con los hinduistas. “El maestro de la madrasa, es muy amigo mío, me compra pescado y luego no quiere que se lo pague”, cuenta.

ALFABETIZACIÓN AL NIVEL DE UN PAÍS DESARROLLADO

DSC_3654                                                                        Si por algo destaca el estado de Kerala es por su alto nivel de alfabetización, se sitúa en el 93 por ciento, y por su alta esperanza de vida, que supera los 70 años, datos equiparables a los países más avanzados del mundo. Sin embargo, contrasta con un renta per cápita de tan solo mil dólares anuales, al nivel de países como Camboya. Para Alfonso esto supone “la prueba de que incluso las sociedades más pobres pueden alcanzar niveles de vida decentes”. “En Kerala no es raro ver a una anciana leyendo el periódico”, apunta, “algo impensable en el resto de India”.

“Es posible que los niños mendiguen un bolígrafo, pero no dinero”, argumenta, mientras hace un inciso para comentar el excelente nivel de inglés de los autóctonos y la gran cantidad de licenciados e ingenieros informáticos que produce este estado.

De sus temporadas en India, que recoge en un interesante blog, Alfonso señala  la gran organización social y la idea de economía sostenible que se percibe en Kerala. “Hay todo tipo de movimientos sociales, hay muchas manifestaciones”, y advierte, dibujando sutilmente un paralelismo con España, que la policía local no las reprime, “todo el equipo que llevan los antidisturbios de aquí son cañas de bambú”.

Sobre la situación de la mujer asegura que llama la atención el activismo de las mujeres. “Están muy liberadas, acuden con total normalidad a la escuela, hay centros de planificación familiar y estéticamente llevan el pelo suelto”.

Económicamente, Kerala destaca por su riqueza natural, al ser uno de los mayores bancos de pesca de India y sin embargo los pescadores locales rehúyen de métodos de explotación extensiva. Optan por formas de captura más tradicionales, con red y en unos típicos barcos de juncos. “No hay grandes embarcaciones, digamos que existe una idea de proteccionismo ambiental y cogen solo lo estricto y necesario”, describe Alfonso. “Guardamos para el día de mañana, me cuentan pescadores que he conocido”.

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